Thursday, May 26, 2011

Una polaca, una olivetti y un tazón de noodles


Érase una vez una polaca, una Olivetti y un tazón de noodles que van sobrevolando Arizona. La polaca está pasando el mono de escribir pero se le van los dedillos cual intérprete de Chopin, no puede estar quieta. A punto del desquicie, no entiende porque no le dejan escribir durante el vuelo: “ Al menos me darán parches… o me dejarán jugar al Scrabble, no?”, se quejó a la azafata lobotomizada en el chek in. Lleva una barretina y una camiseta promocionando el pan con tomate, un extraño tentempié que según los americanos inventó Dalí, después de la ensaimada. A distancia se mantiene la Olivetti, objeto de su deseo. La Olivetti está jubilada, ya nadie quiere una máquina antidiluviana a la que se le engancha la cinta constantemente. Pero, después de esta aventura, la van a poner en una vitrina en el salón de la residencia de ancianos “El taca-taca supersónico”. Las teclitas se le disparan sólo de volverse a sentir útil. En la esquina de la avioneta se intenta agarrar a un paracaídas el tazón de noodles camboyano. El cacharro volador hace tantas piruetas que casi se le escapa una gamba. Su olor flameante seduce a sus compañeras de viaje que lo miran con hambruna. A la Olivetti se le escapa un chorrete de tinta sólo de pensar en engullir esos fideos, pero claro, no le comería la cabeza a nadie, “sería un crimen”! El tazón vivía en la metrópolis de la hamburguesa como inmigrante despapelado. No hablaba “muu” pero se le da bien hablar por señas. Se sentía un carbohidrato privilegiado entre tanta carne de vaca, pero nunca llegó a hacer migas con las burguesas hamburguesas. Los tres forman parte de la exposición “Reliquias del mundo moderno: una mirada post-coital a nuestros antepasados” que se inaugurará en un par de días en Barcelona. Pero se desviaron por Norte América para ver el Gran Cañón, es lo que tienen las reliquias, que son muy nostálgicas.






Friday, May 20, 2011

Ferlandino y la urna (electoral) maravillosa


Ferlandino lleva bombachos y cabalga una alfombra de Ikea. No fuma porros pero siempre está flotando en la estratosfera. “Gamberro, holgazán, vividor!” , le gritó su abuelo desdentado con un pie y tres cuartos en la tumba. Su abuelo, el que olía a naftalina y se peinaba con colonia, el que le vendía baratas las 4 tiendas de comestibles que monopolizaban el pueblo. Pero él no quiso, él quería volar, frotar lámparas y alcanzar las nubes. Todo aquello que sus ancestros nunca habían osado soñar “porque había que ganarse el pan y alimentar a mujeres, hijos y bastardos”. Ferlandino es un “sueña-tortillas” ,como decimos los polacos, el rey de las burbujas, todo lo contempla desde su pompa de jabón con una perspectiva diferente a sus congéneres. De acuerdo, parece idiota. Pero los idiotas también han hecho historia. Y de idioteces vive el hombre. Por las afueras de Sésamo Town también se escurren los 40 ladrones: dos pandillas enemistadas que cuando ya no tienen orujo que beber, jabalí que dorar al microondas o mujeres que fornicar se dedican a sacarse los ojos unos a otros. Ladrones que descargan tormentas de gaviotas cagadoras-asesinas y rosas envenenadas con pedo de ñu-estreñido a los lugareños, sin que estos puedan evitar los ataques de migraña endémica que se suceden después. Ferlandino, colocado de valentía, decide emprender una mañana una aventura quijotesca: encontrar la urna mágica que, según cuentan en los foros, puede acabar de una vez con los 40 ladrones y enviarlos a freír espárragos. Ferlandino surfea el horizonte con su alfombra sueca aterciopelada haciendo cabriolas. Sí, aún parece más idota, pero ahí está: en movimiento. Desde el pueblo, la emisora 22.5 fm retransmite su osadía descerebrada: “Ohhh!- gimió su abuelo en el cementerio, desenterrando su cabeza por unos instantes y escupiendo unos cuantos gusanos que le estaban atragantando- mi nieto es todo un hombre!” Y luego ya se pudo morir tranquilo, otra vez. Ferlandino, conectado a las redes durante toda la travesía, va informando de todo: “Ahora me lavo los dientes. Ahora diviso unas montañas. Estoy lejos. Donde habrá un baño? Me aburroooo”. Hasta que un día, perdido en Nunca Jamás y después de tomar el té con Michael Jackson, se encuentra, clavada en una roca, una urna. Una urna cubierta de polvo, hecha polvo vamos, pero que desancla de la roca con asombrosa facilidad. Después, consumido por un ataque de maruja-pegamoide, empieza a frotarla con un paño… y al hacerlo, la urna empieza a brillar y a brillar y a brillar…Ferlandino vuelve escopetea… alfombrado, a toda velocidad a su pueblo. La urna brilla y brilla y descontroladamente empieza a “metrallear” papeletas, cientos, miles, millones de papeletas… votos multicolores que caen como granizo aniquilador y destruyen el tinglado bandolero, achicharrando a los 40 ladrones y obligándolos a buscarse otro oficio menos ocioso. Y el pueblo se quedó tranquilo y sin migrañas. Fin.




Wednesday, May 18, 2011

Bobalicón XVII





Bobalicón XVII vive de alquiler en un piso del Trastevere. Trabaja en Unicef por las mañanas y reparte bocadillos de salami a los pobres por las tardes. Bobalicón XVII ocupa el cargo de presidente en funciones en Batican City y Batman le hace de chófer cuando está de gira. Su armario björken engulle 4 outfits: una túnica casual, un chándal Burdeos para las celebraciones especiales, un traje de submarinista semiseco para bautismos y la equipación oficial en blanco-nube para la inauguración de franquicias. También se pueden encontrar unas sandalias de pesca y unas zapatillas deportivas Gsus, aunque él suele calzar chancletas. Bobalicón XVII se hizo un sello fundiendo los premolares dorados de los antiguos jefes del club, es el rey del reciclaje. Todo el mundo adora a Bobalicón XVII, incluso le ha usurpado las fans a Lady Ga-Ga, así que esta, a falta de conciertos, le hace de monaguillo en las liturgias. En el mundo de Bobalicón las beatificaciones están demodé, como mucho se hacen cromos de los miembros más honoríficos o se les pone su nombre a alguna fundación: he aquí el Club Nacional de Petanca de Maricas Retiradas “Ace Paul II”.
“Nadie es más, nadie es menos…”, ya se lo twitteó una vez Stephen Hawking después de que un agujero de gusano absorbiera la antigua infraestructura y dejara la plaza de San Pedro como un campo de patatas. Desde entonces Bobalicón XVII, nacido al mundo como Abdalla Ngoni, padre de 3 retoños, hijo del Renacimiento Eclesiástico, donde el celibato arde en el infierno con el medioevo, los pedófilos son triturados, prensados y reconvertidos en abono orgánico, donde los dogmas se evaporaron como fumatas de azufre… desde entonces él forma parte de un mundo mejor y menos hipócrita. Y la Iglesia ya no huele a rancio burdel sino a Mr. Proper.


Friday, May 13, 2011

Nightmare before Pakistan

Tiny Barack escogió un buen disfraz para ese Halloween. “No me toques las pelotas”, dejó clarinete su padre. “Este año no hay pasta, te calzas unas medias negras y no hay más que hablar”.Así que el pequeño rentabilizó su imaginación y tiró de medias y restos de pintura blanca. “Soy Skeletor!”, gritó entusiasmado al espejo, enfundado en aquella improvisación low cost de esqueleto criollo.
Al otro lado de la urbanización, Little Bin, a pesar de tener suficientes riyales saudíes como para disfrazarse de metralleta endiamantada, se untaba de miel para después rociarse de sal gorda… “ A qué estás jugando?”, preguntó extrañada su madre emulando a Darth Vader bajo su burka vintage. “No lo ves? Soy un pretzel, soy un puto pretzel!.” Hamida ya hacía tiempo que daba por perdido a aquel niño de ocurrencias delirantes: “…que uno de entre más de 50 me haya salido rarito no es tan grave”. Little Bin iba pregonando por Twin Falls que algún día sería un multimillonario guerrillero y que su cara estaría en todas las camisetas de “Fruit of the loom”. Tiny Barack soñaba con tocar el Ukelele en bodas para turistas, ser presidente del país o stunt de Denzel Washington. Aquella noche se dejó caer por el vecindario para sumar a su tiny-album familiar el onceavo Halloween. Little Bin se armó de dulces de granadina y desapareció de casa…”Me voy a dar por culo un rato”, soltó mientras dejaba rastros de miel cual gamberro Pulgarcito.
“Truco o trato?” susurraba con carisma Tiny Barack a cada puerta que se abría… Los irlandeses le daban tortas de soda y mantequilla, los colombianos arepas y los judíos…consejos baratos para abrir un negocio de chuches. “Susto o muerte?”, jaleaba Little Bin a sus vecinos que tras asomarse a la entrada contemplaban turbados a aquel niño pringoso y en bolas bombardeando su jardín con grenadine sweets. Un rato más tarde, Tiny Barack se sentía exultante con su saco a rebentar de glucosa, próximo a doblar su peso y que arrastraba con determinación.
Little Bin tardó dos horas en deshacerse de sus granadinas… volvió a casa, aburrido y algo constipado. Tiny Barack aka boogie man en miniatura se acercó a la última casa con los puños llenos de caramelos…
“Ding dong!“
Little Bin abre la puerta: “Achís!”
“Truco o trato?” Tiny & Little se miraron, observaron… “un inmigrante desnudo?”-pensó uno,“un gilipollas con medias?” , pensó el otro.
Tiny estiró sus metacarpianos para no perder ni un gramo de su tesoro.
“Llevas muchos caramelos… qué avaricioso… Por qué no me das unos cuantos?”
“No….-retrocedió Tiny. Era hijo único, así que no entendía el concepto de compartir los juguetes.
“Anda coño, para qué quieres un saco tan grande? Vas a rebentar si te comes todo eso…”
Little Bin estaba dispuesto a garrapiñar algo del tesoro de Tiny Barack. A este, le pasaron por delante y a toda leche once fotogramas de un niño pegajoso y con turbante avalanzándose cual bestia inmunda sobre su saco.Su tiny -cerebro mandó un sms a su mano: “Reacciona!”… y un par de caramelos-racimo salieron disparados hacia el niño-pretzel incrustándose en su frente y matándolo al instante.

Al día siguiente todos tenían la misma frase en la boca: “Oh my god, they kill Little Bin!”