Wednesday, September 21, 2011

Si me pinchas no sangro (a pray for Troy Davis)


Siglo XXI  (aunque a veces tengo el feeling de que Marty McFly me ha metido en el DeLorean y me ha llevado a las cruzadas).
The Peach State (Estado del melocotón) o Georgia para los amigos.
Lleno , claro está,  de melocotones, pinos, magnolias, cocacolas y el suficiente bromuro de pancuronio como para liquidar  a medio país. El país de las oportunidades. De las oportunidades de cagarla a lo grande.  
 Durante un decenio se ha exhibido en todos los teatros un exitazo sin precedentes:  “Demolition Man o el Lelo del Parvulario”. Es la historia de un lelo que llegó a presidente, demolió dos rascacielos con gente dentro (aunque él pensaba que sólo había muñecos Lego) y se puso a jugar con nitroglicerina en  el lejano oriente. El musical acaba con un solo de Georgie, el protagonista,  flotando desnudo en una bañera de Jack Daniel’s y cantando “Everything it’s gonna be fine, I didnt’ mean it”. Las entradas se agotaban cada noche. Acababan hechas polvo: “somos unas vendidas, tía”- dijo una a la otra antes de partirse en dos, como las torres de la historia.  
Pero ahora,  en el estado melocotonero,  un nuevo éxito amenaza la taquilla: “Si me pinchas no sangro”. Su autor, una joven promesa judía se creyó la séptima reencarnación de William Shakespeare y escribió la obra tras setecientas tazas de machiatto del Starbucks. Y esta noche es la estrena. El famoso programa de televisión “Como matar a un ser humano” está haciendo un especial en el canal 4.   Algo así como la antesala de los oscar’s pero en versión antesala de la muerte. Para ir calentando Halloween.
  Si me pinchas no sangro es una versión menos Disney de la Bella Durmiente, sólo que aquí en vez de rueca y rubia tenemos inyección y drogas suficientes como para pararle el corazón a un ejército de elefantes.” – narra Nathan Corpse, el inmaculado presentador cincelado por bisturíes, adicto a los batidos de proteínas con sabor a estiércol y a la hipoxifilia.  
“El protagonista, Troy Davis, es un no-blanco, supuestamente culpable,   acusado del asesinato de un policía que vigilaba que nadie robara las crispy chicken en un Burger King. Tenemos una historia con  ingredientes más que atractivos: un prota con destino de tragedia griega, un alcaide maligno y con problemas de próstata, números de claqué en el corredor de la muerte, secundarios divertidísimos como el patoso paramédico que tarda dieciocho pinchazos en acertar la vena o esa aparición del fantasma de Thomas Edison reclamando la superioridad de la niña de sus ojos, la silla eléctrica: “ Dos mil quinientos voltios y eurekaaaa”, ahhh,  escena sublime. Los palcos de lujo y la platea están reservados para los 55 países que aún mantienen la pena de muerte, en el gallinero estará Amnistía Internacional y la Unión Europea, aunque esperemos que no sean muy aguafiestas y no hagan deslucir un acontecimiento tan esperado como este. Aquí Nathan Corpse desde “Como matar a un ser humano”. Vayan a por palomitas, regresamos tras 300 segundos de publicidad hilarante. Quédense con nosotros”.
Martin Luther King nació en Georgia. Si levantara la cabeza no diría eso de “I have a dream”, soltaría más bien un  “I’m having a fucking nightmare”. 

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