Wednesday, November 9, 2011

Cuatro putas y un funeral


C’era una volta un presidente obsoleto-peliteñido-putero-farandulero-mafioso-facineroso que era el dueño de un zapato en forma de país, cloc-cloc.  Tal malandrín desayunaba macarrones alla puttanesca, leche de nutria de contrabando, glup-glup, y luego era exfoliado di capo a pene por una legión de concubinas aspirantes a chica-telecupón, bunga-bunga. Silvino Lambrusconi, oing-oing,  era también conocido por su nickname “Il Cagalieri” que utilizaba de password para timbas de strip-póker , entrar por el pasadizo secreto a sus sibilinas reuniones masonas, acceder a la web “Tetitas a Gogó”  o fichar con pase VIP en las verbenas “Fuck& Fashion” que se organizaban ipso facto cuando chasqueaba los dedos.  Lambrusconi era una reliquia inteligente que tenía hipnotizados a los habitantes de Zapatolandia con una antena televisiva situada en lo alto de la Torre de Pizza y que emitía rayos ultrasónicos de alta frecuencia. Ni mítines, campañas ni programas electorales,  el pueblo encendía la tele y Canale Cinque se encargaba del resto:  zombificación en masa.  Cuando por el mal tiempo las interferencias no tenían su efecto devastador, “Il Cagalieri” se acercaba a los pueblos con su carruaje forrado de estampado Versace y tirado por 4 conejas Playboy sin rasurar. Él mismo repartía pegatinas, banderolas y cupones para “puticlus” para no apagar la llama de la fe. “ Tu sei il mio principe azzurro!”- le espetó una vez una anciana agarrándolo con las zarpas y dejándole media cadena de ADN en baba por todas las mejillas. Silvino le propinó un guantazo en el trasero, un guiño de anuncio Martini con el que perdió 12 pestañas y le dio dos pegatinas de más. “Un santo, es un santo!”. Todo iba bien en el país de la pasta gansa hasta que 148 orgías después… Silvino estaba estirándose las mollejas en una Botox Party con Cher y apostando sobre quien llevaba más visitas al quirófano cuando… Un psicópata armado con una peligrosa arma de destrucción masiva en forma de souvenir le selló la cara y Cher perdió la apuesta.  Lambrusconi  a parte de llevarse un paquete express de pesadillas con mini-catedrales asesinas sufrió una terrible  maldición que  lo acompañó hasta el funeral: su suerte  empezó a tambalearse más que Fraga en una piscina de bolas. A pesar de tatuarse una herradura, hartarse de ensaladas de tréboles y empezar a usar calzones forrados de patas de conejo (diseñados por Moschino) Silvino no se libró de la decadencia. El ídolo, icono de una sociedad enferma de populismo, empezó a coleccionar juicios como abusica de poder, pedófilo y camorrista y en su país había cada vez más dispiacere y menos pasta. “Ryanair” le fletó un vuelo a Punta Cana al que subió no sin antes blandir el dedo al cielo y maldecir a los judas que lo habían traicionado: “Ritornerò!”. Esperemos que no mio signore.















2 comments:

  1. Que vayan cayendo todos... lo malo es que no hay confianza en los que vienen después.


    http://www.lavanguardia.com/economia/20111109/54237702645/los-mercados-situan-a-italia-al-borde-del-rescate-y-elevan-el-riesgo-pais-a-510-puntos.html

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  2. "Every age has its fascism", Primo Levi.

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