Friday, December 16, 2011

Merienda Murder Mistery


Érase una vez un inglés, un francés y un español. Érase una tarde decadente,  en la que los gráficos bursátiles se hacían el harakiri, cuando los tres recibieron una misteriosa invitación escrita en papel higiénico perfumado con flor oceánica: “Merendola en Ca la Merkelie: no faltéis”.   Angelina Merkelie era una moza rolliza que el día en el que Dios repartía cuellos ella estaba pasando a limpio su tesis de química cuántica. Angie fue amamantada por una bola de chucrut gigante y un pastor luterano experto en exorcismos. Con tal expediente una puede acabar adicta al crack o siendo canciller de Alemania. A Angie le salió bien.  La superjefa de la Tribu de los Cabezas Cuadradas había alquilado el castillo Neuschwanstein especialmente para la ocasión, haciendo caso omiso a la superstición que cuenta que el fantasma de Ludwing el Loco juega a las gomas en la alcoba principal. “El fantasma marica me jode la marrana todas las noches, aquí no hay quien duerma!”- confiesa Angelina a sus huéspedes mientras va apartando telarañas por las escaleras con un machete. Cameron de la isla, el inglés, lleva poco equipaje: una riñonera de GAP donde esconde un par de gayumbos patrióticos con la reina estampada. Angelina sospecha. Petit Croissant, el francés, también sospecha. Petazetas, el español, no sospecha, se hurga la napia como si no hubiese mañana. “La merendola se servirá a las 5. Hora Alemana. Ahora pueden descansar”- el inglés y el francés se cuadran hasta que Angie abandona el lugar. El español redondea tres suculentas pelotillas que contempla con anhelo. Esa “vesprada”, mientras el sol muere tras las montañas, una opulenta merienda a base de cerveza, mortadela y strudel acompaña la omnipresencia de los candelabros. Los invitados rodean el ágape babeando sobre las baldosas. Angelina rebosa por los bordes de un traje de paño que parece haber sido comprado con un ticket -restaurant en un badulake. Cogiendo aire entrecortadamente anuncia la llegada de un invitado sorpresa: “Compinches míos, les presento a Mr. Euro”. Un tipo luminoso, vestido de hojalata y cobre entra haciendo gala de un optimismo enfermizo: “Maravillosssa velada con maravillosssos amigos , todo es maravillossso”. A nadie le gusta.  Qué pinta semejante personaje ahí? Por como frota sus muslos contra la mesa imperial y se rebaña las comisuras de los labios… se nota que a Angie el tal Mr. Euro sí le gusta. Es más: “la pone berraca…”,  “han tenido un affair”-Napoleón- “they fuck to exhaustion”- Cameron- “se nota que tienen un acuerdo para follar” susurra Petazetas a sus pelotillas. Pero… suddenly, ,  tras un entremés de relámpagos en los que el castillo se queda en tinieblas,  sucede algo espeluznante:  allí en el suelo, flotando sobre las babas, cubierto de rodajas de mortadela y bañado por cascadas de pilsen rubia…. yace el cuerpo sin vida de Mr. Euro esbozando una mueca dantesca donde se le descubren siete empastes. Cameron retrocede hacia la salida como los cangrejos, Petit Croissant disimula frotándole los pechos a una escultura renacentista y Petazetas hace malabares con sus cansinas pelotillas . Angelina los contempla iracunda y de sus fauces se desprende un grito desgarrador. Una pregunta teñida en sangre aparece en los títulos de crédito: Quien mató a Mr. Euro? Un zoom nos aleja del Castillo Neuschwanstein y  nos acerca a un “to be continued” en tipografía derretida. Fundido en negro: sólo se escucha a Ludwing el loco: “anclas, clas, petanclas, clas, azules, les y blancas, cas….”.






Saturday, December 10, 2011

Undergarin Hood

Trocotó-trocotó-hiiiiiiiiiiiiii! Luna menguante: ocho pezuñas del 43 acompañan con un soniquete al aullido quejumbroso de los coyotes.  El “trocotó” de las narices pertenece a un carruaje marca “María de las Mercedes”,  conducido por dos pajes con repelente flequillo Bekelar.  Los pajes , que ganarían La Chochona en un control de alcoholemia,  van haciendo eses y atropellando conejos salvajes por doquier. Osos ya no hay porque se los ha cargado todos el Rey.  Las dos infantas que viajan dentro ya no tienen más papilla para echar y se están atiborrando de potitos Nutribén. Son las últimas  solteras del reino: Trollena y Kerastina. No hay dios que las case,  por eso el rey, en un ataque de furia borbona,  extinguió al oso Yogui, Yaki,  Nuka, al osito Misha , al de los Tous y a los amorosos por mariposones.  Metros más arriba,  camuflado como ardilla parda en el copaje de los árboles y mascando bellotas aguarda al acecho Undergarin Hood: el ladrón que roba fondos públicos para dárselos a sí mismo.  Como los fondos están más secos que el refajo de Nefertiti, Undergarin planea secuestrar a una princesa y vivir del cuento el resto de sus días. En una de las eses el carruaje torpedea y vuelca:  los caballos se despojan de las bridas, los tangas de terciopelo y se cambian los nombres del pasaporte por los de  Thelma & Louise. Los pajes-bolinga se estampan  y evaporan junto con los nueve litros de birra en sangre y  Trollena & Kerastina, después de dos saltos olímpicos con tirabuzón caen plantadas cual boniatos transgénicos en medio del camino. Undergarin hood se frota las manoplas. Después saca una pizza cuatro quesos del horno y planea el ataque.  Con unos anteojos de opereta escoje a la menos fea y se lanza sobre ella. Kerastina, aún no recuperada de la caída, se echa a gritar. Forcejean, ella le abofetea, él le pellizca un pezón , ella le llama “grosero”, “rufián” y le mete la lengua hasta el hipotálamo, él le promete llevarla a ver la White House, ella le jura invitarlo a un concierto de los Black Eyed Peas, se ponen a folling in love.  Se casan, se aparean hasta formar medio equipo de balonmano, Kerastina quiere más pero Undergarin dice “prou” y le recuerda que ya no queda nada más que robar. Que “han de fotre el camp”.  También se cambian los nombres, por los de Bonnie & Clyde y emigran felices y despluman hasta las perdices. En el bosque frondoso aún queda perdida y supersingle la Infanta Trollena. De repente aparece una espesa neblina que se convierte en murciélago que se convierte en Conde de Lugo o de Transilvania, da igual… pero eso ya es otro cuento.  

Este muerto está muy vivo!

Coof, cooff!!! Pero qué…?! – consigo abrir medio ojo y sigue oscuro- Rayos y retruécanos! Dónde pamplinas estoy?- oscuro como el culo de un bellaco comunista, ver, ver, no veo nada!- Coof, coof! Pues vaya con la tos esta… haber polvo haylo: no lo dudo!- el párpado izquierdo parece levantarse también y llego a una trágica conclusión estremecedora que me espeluzna hasta excitar el esfínter y bendecir mis calzones con orín del Edén….: estoy en un ataúd! Y grito- Socorrooooo!!!!-  Cojones, vaya voz de pito ! Decido volver a probar: entono mentalmente la escala del si mayor muy viril, de barítono tirando a bajo después de tres zascazos de chinchón añejo, trago saliva  y lubrico la glotis… ahora sí, adelante: Soooo-cooooooo-rroooooooo!!!- Rayos, truenos y centellas! Soné como una doncella!!! En fin, qué más dará: volvamos al sujeto: estoy muerto y más que muerto. Desentumezco las manos y voy palpando el habitáculo: mullidito, largo, no toco fondo con los boti… sí,  llevo botines o zapatines, sombrero angosto y guantes y traje de marinero? Vaya mierda que no veo…banda ancha, medallitas, medallita por aquí, insignia por allá, una espad… Una espada! Mamarrachos! De qué me han vestido? No me acuerdo, estoy perdido! Seré la Nancy de la Legión? No huelo a cabra pero yo sí a cabrón…Y todo retumba de nuevo, una fuerte sacudida y saboreo briznas de madera de cedro podrido, lo que me lleva a la segunda trágica conclusión estremecedora… : llevo así ya mucho tiempo, mejor no ver, qué tétrico aspecto debo tener! Un momento….Se oyen voces: “ Han dicho que lo saquemos!”, “Que noo, que hay que esperar” “Esto va fuera, coño!” “Unos que sí, otros que no, qué por culo dan!” Y ahora me acuerdo, por fin arranco: yo soy su excelencia:  Francisco Franco!