Friday, June 24, 2011

Calista, la recepcionista





Calista está indignada: cada vez que se sienta en su escritorio a las 8 o’ clock y mira por el rabillo del ojo ese cuadro honorífico que firma uno de los ladrones más ilustres de la historia polaca, Fenix Miret, regurgita el capuccino por unos segundos. Calista recepciona llamadas en una super-empresa pastillera, colaborando así a que el mundo siga zombie perdido. En un escenario aséptico, acristalado y muy snob se reparten en pulcras estanterías pastillas y más pastillas con las que Pildoritas Corporate se rellena los bolsillos. Comprimidos para estar más guapos, menos gordos, más morenos, menos locos, más o menos tarados, pastillas que necesitan de otras pastillas para que las primeras pastillas no te jodan la fritura cerebral… La ironía es que Calista, que es algo lista, dejó de consumir medicamentos nada más empezar a trabajar. Ahora cuando le duele la cabeza esnifa bálsamo de tigre y cuando le crujen los ovarios se masajea los tobillos y masca hojas de salvia. “Parezco una llama pero tengo más zoom mental”, se comenta a sí misma. Calista, que no sabe si es autista o un poco asperger, no se siente capitalista pero tampoco sindicalista: prefiere quedarse en casa leyendo El Alienista antes que hacer de activista. “Cada uno grita a su manera”. Calista cree que todos los dirigentes políticos deberían dedicarse a la moda y desfilar con pijama de rayas en Alcatraz, por eso se ha hecho fan del bacalao islandés. A veces sueña con ser un angry bird seboso y letal que bombardea huevos sobre cerdos banqueros pero la munición siempre se acaba, así que se desvela muy enfadada. Es entonces cuando se echa a escribir en su blog por no liarse a tortazos con su vecina del tercero, sobrina de un latifundista que aspira a ser concejala corrupta. Aunque individualista, también empatiza con los acampados en el centro de la ciudad que tanta publi barata le han hecho a Decathlon. Así que les ha mandado, con toda la buena fe, las 4 cajas de antipiojos e insulina y las minidosis de glucoheptonato de potasio que le venían en el lote de Navidad. Lo dicho: es un poco asperger.


- Qué haces después de las 6? – le pregunta en el trabajo un lelo de marketing que apenas ha aprendido a usar la gillette y parece que se haya peleado cada mañana con D’ Artagnan.
- Yo enchufarme un capítulo de True Blood, tu a casa con tu mujer y tus gemelas estrábicas a mirar Pocoyó - Calista le sonríe con sus piños blanqueados gracias a la papaína, mientras sus intestinos fabrican gas metano de los nervios.
- Para ser recepcionista eres muy borde- rebuzna ofendido Lolo, el lelo.
- Para ser gerente de marketing eres algo imbécil por no decir eunuco porque por lo visto te faltan huevos para decirle a tu mujer que necesitas follar con otra gente- escupe a lo llama peruana Calista, jugándose tontamente el destierro de pastillolandia.


Normalmente Calista se comporta con sentido común y prefiere pasar desapercibida, pero hay algo que le pone iracunda como un cerdo bellotero obligado a escuchar villancicos antes del tajo mortal: la falta de valores. “ Es ahí donde está la verdadera crisis de hoy en día”, suele postearle Watson, su cerebro, con el que se lleva bastante bien. En sus sueños, cuando no cuelga de un tirachinas, Calista, la recepcionista, inventa la fórmula de la criptonita inyectable y consigue venderla como vacuna porcina a todos los super-majaderos que nos tienen indignados. Y es que en el fondo Calista tiene vena camorrista... por eso prefiere quedarse en casa leyendo El Alienista.

1 comment:

  1. jajaja !! me encanta Calista ¿ tiene página de seguidores en facebook ?! La tía los tiene bien puestos , bien que hace con tanto g....llas suelto en este mundo empastillado ... ¿ por qué no fabrican ya pastillas para la estupidez humana ?

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