Friday, February 17, 2012

La deforme laboral


Doroti, la deforme laboral
Doroti es deforme. Nació ya “difícil de mirar”. Y aunque para Doroti la deformidad es un estado natural, resulta una putada picassiana a ojos de los demás. Ahhh, “los demás”! Cuánto importan en este país!  Sus padres la fabricaron entre paja y paja,  en un establo infectado de parásitos, en una granja infestada de parásitos, en un país infestado de parásitos. Un marco así como apocalíptico pero sin Filvit Champoo. Teniendo en cuenta la fórmula: hambruna+infestación+ñaca-ñaca famélico de preliminares, que Doroti respirase fue todo un milagro. A la Doroti., de pequeña, se le metió en la azotea la idea de presentarse a un concurso de belleza. Su casa, yerma de espejos, la protegía del oscuro secreto. “Que yo quiero ser Little Miss Sunshine!” Ante la negativa de Pa y Ma, la Doro pilló tal berrinche que huyó corriendo prado abajo cual Laura Ingalls puesta de anfetas. Sin aliento y al borde de echar los higadillos por la nariz, se acercó a un riachuelo a beber y allí descubrió su reflejo junto con una manada  de salmonetes que a posteriori cometieron suicidio colectivo. Tras esa bofetada de la vida, plas-rataplás,  Doroti entendió que ya no sería portada interviú y que tendría que trabajar. Welcome to the jungle! Y siguiendo el camino de las babosas amarillas se adentró en el maravilloso mundo de Ozú-QueChungoStá-tó. Primero Doroti tropezó con el Señor Sueldo de Hojalata. “Peso poco, no valgo una mierda…”. Escucharlo era para chutarse de Orfidal o pegarse un tiro. “Vente conmigo a buscar currele, a ver si el mago de Oz te pone un corazón de plomo y ganas algo de peso…”. Y El Señor de Hojalata la siguió. Cruzaron un bosque de cinco millones de parados. “Qué raro,  no se mueven…”- se preguntó Doroti. “Son árboles, so lerda- le respondió el Sr. de Hojalata. Pasado un rato, se topó con ellos un espantapájaros sin cerebro. Justino, que era así como se llamaba el descerebrado, les explicó que tenía un grave problema de dislexia: “quiero cargarme a la gente buena  y darles pan a los chorizos, socorro, no doy pie con bola!”. Doroti y el Hojalatas se compadecieron de semejante inútil y lo añadieron a su pandilla: “Ven con nosotros! A lo mejor el mago te injerta un cerebro nuevo y dejas de ser un fraude..”. Y el espantapájaros los siguió. El camino estaba cada vez más empedrado de babosas, no era difícil resbalar y acabar hecho unos zorros. Ya casi al final de sus peripecias les salió al paso un león cobardica: “ Yo soy el Rey de la jungle, pero nadie me hace caso-lloriqueaba a lo drama queen- Todo el mundo quiere a esa furcia roja, la Repúbica y no tengo el valor para abicar...”. “Se dice abdicar, leoncito…-corrigió Doroti muy resabidilla- Únete a nuestra panda, a lo mejor en Oz te dan el valor que necesitas para jubilarte y te ponen un logopeda”. Y el Rey León se añadió al grupo. Doroti, la deforme laboral y sus amigos, no exentos de desgracias,   llegaron por fin a Oz. 
Señor Sueldo de hojalata, Espantapájaros Justino y Rey gallina
El mago, que estaba a punto de meterse un conejo en la chistorra,  soltó la sentencia con prisa: no me queda nada, está todo agotado, ni cerebros, ni currele, ni nada. Tan sólo ese par de sandalias rojas del Zara… dicen que si golpeas los talones con ellas se cumplen tus deseos. Con la carnicería que se montó a continuación, el mago de Oz se montó un puesto de embutidos: ni amigos ni ostias. Doroti, tras cepillárselos a todos con una navaja de Albacete, se calzó las sandalias, golpeó los talones, cloc-cloc y…. apareció de nuevo en la granja. Sin trabajo, pero sana y salva: “Me da igual ser una deforme, no tener futuro laboral… lo importante es que No hay lugar como el hogar”. Si hija , sí. Como en España, en ningún lao.     

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